PACO MARTÍN. Pica sobre la fotografía.

SEÑOR PACO, "EL DEL COCHE"

Me llamo Francisco Martín Adanero, aunque en Pedrajas todo el mundo me conoce por Paco, el del Coche, ya que me he dedicado muchos años al transporte de viajeros. Nací en Pedrajas el día 3 de octubre de 1914, así que tengo ya cumplidos los 91 años. Mis padres se llamaban Severiano Martín Sanz y Francisca Adanero Morejón. De pequeño asistí a las escuelas que había en el edificio del Ayuntamiento con dos maestros llamados don Jaime y don Teófilo.

 

En mi casa se dedicaban a la labranza y además teníamos un bar y salón de baile en la Plaza Mayor. El baile lo pusimos aproximadamente en el año 1920, con un pianillo que pesaba unos doscientos kilos y podía tocar diez bailes distintos. Únicamente había baile los domingos. Se cobraba una entrada de 30 céntimos, pero sólo a los mozos que bailaban.

Las chicas jóvenes y las mujeres no pagaban. Tampoco los hombres casados, porque entonces no bailaban casi. La mayoría de las veces era yo el encargado de darle al manubrio del pianillo para que sonara. En ocasiones también abríamos el baile algún día de trabajo, cuando se celebraba algún santo. Esos días se cobraba sólo 10 céntimos.

De labranza, teníamos una huerta en la carretera de Villaverde. A los 12 años íbamos a llevar remolacha a Valladolid con el carro y dos machos, mi hermano Pedro y yo. Salíamos por la mañana, llegábamos a Valladolid para descargar en la Azucarera Santa Victoria y dormíamos en la posada del Señor Gabriel, en la misma Carretera de Madrid, pegando al Arco de Ladrillo. Al día siguiente regresábamos a Pedrajas, nos tirábamos todo el día para volver. También trabajé algún tiempo en La Dehesa para un cuñado de don Hilario, a la labranza y en arrear a las vacas. Había vacas mansas y bravas, envueltas, las tenían pastando en la dehesa de Doña María. Un año las llevamos el señor Manolo, el Uve, y yo a Hontoria de Valdearados, el pueblo de la señora Balbina, la del Majuelo, a que pasaran allí el verano pastando. Luego el invierno lo pasaban aquí.

Mi quinta estuvo en la mili cuando la Guerra, pero yo me libré del servicio por corto de talla. Entonces estaba la talla en 1,40 metros. Aquí en Pedrajas me talló el que luego sería mi suegro, el señor Felipe Sanz Soto, aunque entonces todavía no era novio de Patro, mi mujer. Mi suegro me talló en 1 metro 40, pero luego en Valladolid, en el mes de enero de 1936, me dieron corto de talla. Recuerdo que corrimos los gallos en la Ronda de Santa Ana, desde donde hoy está el restaurante de Chicote hasta el Chamberí. Después me llamaron a filas en el año 1937, me parece, pero no llegué a incorporarme porque tenía tres hermanos en el Frente: Seve, Pedro y Luis. Luis murió a los 22 ó 23 años en Oviedo, ya después de la Guerra. No le gustaba el Ejército y después de la Guerra se licenció y volvió a Pedrajas. Trabajó una temporada en el secadero de achicoria de Marceliano Ballesteros. Luego le volvieron a llamar al Ejército por el levantamiento de los maquis en Asturias, y allí murió. Le trajimos a enterrar a Pedrajas en el tren. Fuimos a verle mi madre, Seve, mi primo Antonio Martín y yo.

En el año 1933 mi padre compró un coche de segunda mano, descapotable, de la marca Citröen, para dar cine mudo por los pueblos de los alrededores: Alcazarén, Mojados, Hornillos, Arrabal de Portillo, La Fresneda... También lo poníamos en Pedrajas, en la Plaza. Conducía el coche mi hermano Seve al principio, un año y pico; luego ya empecé a conducirlo yo. Aprendí a conducir yo solo, por las tardes. Después del trabajo me iba a las eras, colocaba unas piedras, y a practicar, marcha adelante, marcha atrás. Así también enseñé después a conducir a mis hermanos Pepe y Pedro, porque entonces no había autoescuelas. Hasta octubre o noviembre de 1936 no saqué el carnet de conducir, me examiné en Valladolid. El cine mudo lo dejamos en el año 1935, cuando ya vino el cine sonoro.

A finales de ese mismo año, 1935, mi padre compró un coche a unos parientes de Bilbao, de la marca Hupmobile, extranjero, de ocho cilindros, para taxi. ¡Era una fiera! Mi padre no conducía, porque no sabía, lo hacía yo. Realizábamos viajes de encargo, adonde fuera. Al año siguiente, en el verano de 1936, compramos otro coche de segunda mano, para taxi, un Chenard Walhier, francés, de 9 plazas, con el que estuve 25 años. Como se estropeó la carrocería que tenía, que era de madera, mandé hacer una nueva en Íscar, y desde entonces la gente empezó a llamar al coche "la rubia de Paco". En verano, con el calor, la madera de la carrocería hacía mucho ruido, y había que mojarla para que ajustaran bien las piezas y no se movieran.

Martin_Adanero - PICA SOBRE LA FOTOGRAFÍA

 

A partir de la Guerra empecé a ir muchos días a Valladolid con viajeros. Ya había coche de línea desde Íscar a Valladolid, de Cabrero, que paraba en Pedrajas, en la carretera de Alcazarén, en casa del señor Julián Martín, el Alemán. Al Rojo (Cabrero), no le gustó mucho, pero yo pagaba mis impuestos, tenía mi tarjeta para llevar viajeros. No iba todos los días, pues si surgía un viaje para otro sitio, me iba. Salíamos de Pedrajas por la mañana, a eso de las 9, no tenía una hora fija, al principio de la Plaza, del bar de mi padre, luego de la casa de mi suegro, en la calle Real Nueva. Tampoco había una hora fija de regreso, que a veces había que esperar a algunos que estaban a los médicos. Otros se templaban... y también había que andar esperándoles.

En Valladolid el coche tenía varios sitios para parar. Al principio, durante unos dos años, estuve haciéndolo en el parador de Porta Celi, en la calle Teresa Gil. De allí me trasladé a la calle Perú, al bar Puerta del Sol, por lo menos 12 ó 14 años. El dueño del bar se trasladó a la calle José María Lacort, y allí nos fuimos nosotros, a un bar que también se llamaba Puerta del Sol. Lo mismo sucedió después y nos movimos a la calle López Gómez, a un bar del mismo nombre, donde estuve hasta que me jubilé a los 65 años, en el 1979. Tiempo después, este bar volvió a cambiar de lugar, a la calle Santuario, con el nombre de Forum, que es el que ahora lleva.

En estos bares en los que yo paraba, comía yo y muchos de los pedrajeros que viajaban conmigo. En Valladolid realizaba encargos para la gente del pueblo, traía y llevaba paquetes. Durante algunos años, cuando estaba en muy mal estado la carretera de Pedrajas a Alcazarén, iba a Valladolid por la carretera de Olmedo y, antes de bajar la cuesta del río, cogía la cañada y camino de Valviadero hasta llegar a Alcazarén por el pinar.

Cuando llegaban las fiestas de los pueblos de alrededor –Alcazarén, Íscar, Olmedo, Villaverde- echaba muchos viajes a llevar y traer gente. Sobre todo a Olmedo, que es donde más gente iba. Echaba doce o catorce viajes de ida y otros tantos de vuelta, que entonces no pasaba por allí el coche de línea, luego sí. El regreso era al acabar las vacas, a la una o las dos de la mañana. Había que aguantar mucho porque muchos bebían demasiado y se ponían muy pesados. Tomás Magdaleno, Jarrillas, echó viajes con mi coche negro a llevar a gente a los toros a Villaverde.

A la romería del Henar también llevaba viajeros todos los años, sólo falté uno que se me estropeó el coche. Algunos años echaba dos viajes. Al Valle de los Caídos también fui un par de veces. Un viaje curioso fue a Pamplona a los sanfermines, llevando a siete de Pedrajas: Germancín Román, Quintín Martín, Ramón Sanz, el de la Resinera, Farruco, Navarro, Paco Adanero y Agapito Román, el Pelón. Se hicieron una foto con el traje de los sanfermines y las típicas ristras de ajo. A Sacedón llevaba siempre a don Victoriano, cuando tenía que decir misa. El día de la romería le llevaba por la mañana, le traía a Pedrajas a comer, porque estaba delicado de salud, y por la tarde le volvía a llevar a la procesión. Ese día me pagaba el viaje la mayordoma de la Virgen. También le llevaba el primer día de mayo, cuando se traía a la Virgen al pueblo para el novenario. Siempre le llevaba yo a don Victoriano.

El viaje más largo lo hicimos a Lourdes. Mi hijo Paquito estaba enfermo y fuimos a ver si se curaba, mi mujer, mi hija Carmina, el señor Justino con su mujer, la señora Agapita, y su hija Consuelo. Fue antes del año 1964, porque en ese año murió mi hijo. Viajamos en un coche negro, de marca Citröen, un pato, de 7 plazas. Tuve también una DKV de color gris y un Mercedes, con el que me jubilé. Hemos hecho otros viajes familiares, por ejemplo, un año a San Sebastián, con el señor Melchor y la señora Petra, mi mujer y Carmina mi hija. Otro año a Santander.

En estos momentos no me vienen a la cabeza otras cosas para contaros. Sólo deciros que a pesar de haber estado tantos años conduciendo, sólo una vez tuve un accidente importante. Yendo con la Rubia desde Olmedo a Valladolid, un 19 de febrero, sábado de carnaval, hacia el año 1954 ó 1955, nevando a todo nevar, volqué del otro lado de la carretera, pero no me pasó nada, gracias a Dios.

Francisco Martín Adanero.

Pedrajas, 4 de octubre de 2005.

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